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CAPITULO :VI La Awnción de Mm·ía en C1r.e1·po y a,lma consect¡encia de la escuela !Hmciscnna (1). In suprema. sita poU r.os apssigna tua p!'oU ne terrores sive doli nos euppla.ntent hostioun El cuerpo y el alma fueron hechos para que vivieran j untos en armonía y perfecta unión. A pesar del pecado que destruyó esta bella ar monía, todavía el cuerpo conser– va su condición esencial y sirve al alma, y aún refleja con viveza los sentimientos de ella. No hay en el mundo visible objeto alguno que sea tan maravilloso como el cuer– po ·del hombre ni órgano más perfecto para las situacio– nes del alma. En el rostro se retratan todas las emocio- 11!!~ ,•spiritual rs del alma. Los labios, las mejillas, la fren– te, los p_Íirpmlos. las pupil as, según sus movimientos o contracciones, sus colores y su brillo, dicen instantánea– mente, que el alma padece o goza, se entristece o alegra, que tiene amor u odio, que se eleva o abate, que está en calma o en furor, que ama con delirio o aborrece con fuer– za, que se levanta al cielo o se arrastra por la tiPnn ''. Los mismos ojos que brillan con alegría, ti!'n rn 11 , ... ,.,.~ un velo de tintes oscuros, a través del t•tutl Hl' "'' In p<·n:t más destructora. La frente que hoy pitn·,·<·rít 1111 l'il'lu se– reno mañana .reflcjara unn t\'m¡wst:ul hurn''""'"la. J,¡s - 1'1 4 (Reina y Madre) . .

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