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fJ UÍkÍO'I'u l' '''''<' l'l'ar del pecado original a un hombre eugen– •h·nd" "''1:"" las leyes naturales, no podrá preservarlo, por f'H" , .¡,. la d!'IHla del pecado o del débito de COI\traerlo. 1" ' tt•ología franciscana con lógica en sus principio~, ,.,.tnhkc~ que esto no re;¡a con la Virgen 1\'Iaría, porque ""'''"'e concebida, no milagrosamente sino de modo natu– ral, estaba ordenada, antes de prevista la caída, a ser ~l adre del Verbo como primogénita de la er eaeión. E l pe– t·ado original, para los escotistás, no depende de la corrup– •·ión camal , sino de la falta de r ectitud espiritual. LBTDBBX- PodeiDOS suponer un monarca con espíritu de profe CB1'CIOlf. cía. Tiene un esclavo preferido, de cuyas hijas quiere ele· gir una, para que sea esposa de su hijo heredero. En mi, ramiento a esto quiere también h o l11'a7' al padre, y le hace poseedor de inmensos bienes que h<•rctlarán sus·otros hi· j os, si el padre permanece fiel al He y; de otro modo se ría desposeído de todo, aunque manteniendo su palabra do casar a la hija elegida con el príncipe heredero. E l esclavo d ichoso, enorgullecido, falta al deber y, ganado por enga· ftos. conspira contra el Hey. Cayó en desgracia, pues, al saberlo el monarca lo desposeyó de cuanto le había dado ~~n atención a la hija qne nacería de él, y que sería r ei- " " · 1•~ 1 pt•c:Hlo del escla,·o perjudicó a todos los hijos me- nos a la 1t ijn elrgicla por el monarca, que estaba excluída d e la YOIItul atl del padre. No dependía de su acto de re- bcld ía su !'Xaltación al trono. La palabra del monarca se •·11mplió; desposó a la elegida con el primogénito mien1ras los herederos dependientes de la acción culpable del <•sl'l a· vo, rran deshonrados y empobrecidos. - 2~

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