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fnf•, <'11 11nhslancia, hijo de su tiempo, y por su autoridad o·u ''"1" parte ocasionó en el siglo XIV, en su Orden, la , """"i,·,, de la Universidad por 16 años (1). En este 1"""" doctrinal la luz vino de Inglaterra donde, antes '1'"' t'll ninguna otra parte, se hizo popular la devoción a la 1 11111aculada y donde la Orden Franciscana fué la pri– ""''"" que concilió la fórmula que preparó el futuro dog– JJJa ". Dijo un poeta refiriéndose a María: Dios con inmenso potlc1· redimió el mundo <'.:tftlo, y sólo a Vos ha querido redimiros de caer; porque su brazo inmortal Os tuvo de su mano asida para no ser concebida en pecado original. Tocamos ahora la cuestión de la dc11da 1lcl prrarlo o1·i- ii,t_ ;:~:;(mal. EBta es la cuestión presente : "María lnnt:l<'ttl:ul.t DEDITO. <'n su Concepción hubiera incurrido en ese pccn<lo sin Ja previsora misericordia de Dios. ¿Se le debe inflingi t' lo r¡ ne las' escuelas llaman deuda del pecado original 7 S. Li- :·orio, con muchos otros doctores defiende que María faé <'xenta hasta de contraer el débito, y están con él entre <•Iros el Cardenal Cusa y Catarino. Esta opinión es pro- hnhl·· dir·r S. JJigorio, y a ella me adhiero yo, por r edun- dnr ~·11 rtlJty or· ~lot·ia de mi Señora". 1'" l··<> rí:t <flll' nltnra defendemos acerca del débito u obli¡,;¡ ,· iú11 cf,. ,.,.,traer el p ecado, no es precisamente de la escucl.a üau•·isea\Ja. Ni E scoto ni otro escotista alguno ll egó a admitir en absoluto la inmunidad del débito, si hicn es cierto que, muchos de la escuela franciscana v al – gunos de fuera de ella lo hayan defen.dido. La t,,;,i.. gía 1'1 anciscana proclama que lVIaría siempre m·•·•·' i 1,·, " '" ''"' nta de la ley común. La tesis de la r:;en!'i (,, '"'' débito 'l":!l~lé d<·nunciada a la Inquisición t'll ti empos pasa- < 1) Conft·r. Apéndice a este íollt~t u. - .15
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