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.ACLAKA· ción de razón: "Hanc sententiam non tenuere et meram re– lationem rationis admittere in Christo ad Virginem ra.tio– ne generationis temporalis, etsi Mater Christi sit et praedi– cetur". Pero desde fines del siglo XIII, acaso desde media· dos del siglo, en la escuela franciscana prevaleció la reali– dad de la relación "realitatem relationis in Christo ad ejus matrem',. . El P. Efren Longpré discutió este punto en un trabajo que apareció en Antonianum, 1932, (1). El teólogo Juan Pe– ckam que fué Arzobispo de Cantorbery y Profesor de la Escuela Pontificia en Roma, trató también el punto hacia 1270, en su Ouodlibe}o de Natali. Del mismo criterio fué el teólogo Ricardo de Mediavilla que vivió a fines del si– glo XIII (2), aunque admitía la probabilidad de la opinión contraria. Guillermo de Wara que' fué maestro de Escoto en III Sent. Guglielme realitatem relationis Christi susti– netur. Después la opinión tuvo gran desarrollo con Esco– to y Guillermo de Nottingham (in III Sent. d. 8). Precisamente la inmensa exceléncia de la Virgen Ma– dre de Dios proviene de esta relación que tiene por base la misma dignidad de Madre de Dios y su santificación. De modo que la Escuela franciscana levanta los méritos de la Virgen en un grado de casi infinita sublimidad "ratione muneris et ratione sanciificationis", ~~~~B LA Respecto a un detalle histórico sobre la Inmaculada .l:l!IXACV· Concepción se nos ocurre que conviene aclarar un punto LADA importante que afecta a los comienzos de las cuestiones escolásticas sobre este misterio. En Recherches TheoL Anc. Méd. (1930), (3) se atribuye a Gerardo de Abbatisvilla dos cuestiones sobre la Inmacu· lada que las escribiría, entre 1269 y 1272. (col. 31-532). Pe– ro otros autores descubren varias r edacciones diferentes del texto de París. En la redacción florentina se da por errónea la opinión de que la Virgen fuese exenta de pecado original, aunque admite la posibilidad de poteniia Dei ab· soluta. si bien niega que fuera decente. porque el orden ("l) Tomo VII p. 289-313. (2) Sent. d. 8 a 292. (3) Tomo II p. 261-289. 138-

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