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APENDICE JI PREDESTINACION DE CRISTO · En el Criterio de Buenos Aires (N9 780) primero Susana Calandre!li, y luego en glosa de ligera teología, Enrique Benítez de Aldama, hablaron sobre este tema tan noble y tan interesante. No porque la fuente que recordamos, (un periódico), no sea texto teológico deja de tener importancia el asunto. No vamos a presentar una disertación, sólo hace– mos una nota de explicación para recoger unas ·palabras del Sr. Aldama sobre S. Buenaventura. Este santo doctor a pe– sar de contradecir la opinión común franciscana, había afir– mado que su opinión era menos razonable, pero más con– forme a la tradición : "minus consonat rationi''. El como Sto. Tom~s. estimaba más un detalle de la fe que todas las teo– rías de la razón y de la propia inteligencia, y sólo por creer que los textos bíblicos favorecían la opinión contraria a la franciscana, al prcguntársele sobre si "no habiendo pe– eado el hombre el Verbo se encarnaría'' respondió negati- vamente: · Dejemos a un lado la opinión dP los Pscotistas que bien puede ser otra que la de Escoto, interpretada por muchos teólogos . ¿Porquois J esus Christ 'l A esto queremos con– testar. La pregunta se hizo en francés. Hagamos la explica– ción en nuestra lengua. Obedeció la pregunta a una cuestión eomo ésta: "La dogmatique de Sacrae Coeur dans l'ecole franciscaine". Ya es como una obsesión en los .seguidores de la op.inión negativa sobre la cuestión, pretender que la afir– mativa se opone a los textos bíblicos. El Rdo. P . Eclouarcl Hur,ón en "Revue Thomiste", se apoyó, precisamente, en la a utOI'iclad ele la Sagrada Escritu– para combatir la opinión francisc;¡na. (Mayo-Jun io 19l:Í). Con "Structure· philosophique d e J csus l'Homrne Dieu", le con– testó · la piuma del P. Deodato Basly O. Fr. M. (Rech. 'L'heol. Phil. Hist. 1937, tomo XX p. 5-40), reduciendo a la nada la pretendida oposición de la Biblia. El Antiguo Tes– tamento ,no presenta otro Cristo que el Redentor, y la Escri– tura asegura, categóricamente, que la Encm·nación fué a cau– ~a de la culpa de Adán, y por ende, el motivo actual de la Encarnación, fué el pecado (p. 289). La primera promesa del Salvador nparece como conse– cuencia de l.a caída. Los profetas anunciaron a Cristo, Me· - 135. )ltO'l'IVO IIE LA ENCABlfA– CIOlf

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