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CAPITULO XIU Maternidad espil·it1wl de María. Tu candoris et decotis tu dulcoris et odoris habens plenltudlnem, Es un mistc1·io adorable el cómo se unen, simultá-· neamente, la generación ct<'l'na en el seno del P adre y la t emporal en el de l\laría. E n la generación temporal del Verbo Eterno se unió la naturaleza divin a a la humana, ~, en aquel mismo acto unía la Virgen, en su ser , la ma· ternidad divina y humana para ser Madre de Dios y de los hombres. Toda naturaleza individual termina y tiene su complemento en la pet·sonalidad. Cada individuo de una naturaleza constituye un ser que puede comuni– car su propia naturaleza a cuantos seres procedan de él, por· la p;r nerac:ión , mas nunca stt personalidad. En la unión uc las du~ rHltnr·alczas divina y humana, en Jesu– cristo, una de las dos tenía que perder su último com· plemento. La que tenía que sufrir esta privación era la naturaleza humana en razón de que, en contacto con la divina, ésta que era infinita no pudo limitarse. Resulta así, que en el seno de María, el Verbo mantiene su perso– nalidad divina y pierde la personalidad humana, porque sólo hay un supuesto, María es, pues, Madre de J . C. per– sona divina ; pero como en J . C. no hay person alidad hu– mana, de ahí que la Virgen no es m1ulrl' dt· la [II'I'S01111 hu.- - JOG

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