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.. 89 E1 ~:u·,·rdntt• nhrnn o·jl'odla l'nn su mismo vovir la~ In·~ vlrluoh·~ h•nlngnh'~. /.Acaso no es pura fe ) 1 sp~·ranza In ljlil' k manlit•nt• en ese ambiente lwslil o al mt·nn~. t·nr:oll'o·ioln, rnmn tes– timonio viviente de Crisln, sin l:o 1:aoanlla huma– na de que su obra frutificar.~ t'll In vo•nlolnn'? Y, por otra parte ¿tan halagüeños lut•rnn In:; lrnln.; cosechados hasta el presente? Creo que hahr:'ln de transcurrir diez años como minimo (l'l l':tn<'•– nigo Hollande exigía veinte) para que la so·mi– lla rompa esta caparazón de irreligiosidad ·•. ¿,Y no es un acto continuo de amor de Dios y del prójimo nuestra presencia en la fábrica, sin com– pensación alg;ma de exitos ruidosos? ¡Hay días negros para el sacerdote obrero!.. . Pero espera y cree. El sacerdote obrero ha descubierto la devo– ción al Espíritu Santo. El sacerdote obrero ha de ser una antorcha de luz y de calor siempre reful– gente. Tiene que prodigar tantos actos de cari– dad, tiene que responder a tantas consultas, ha de s0lucionar tan graves situaciones, que la de– voción al Espíritu Santo se ha hecho en él una 4. Cierto que no se te~ fatigó a nuestroshermanos el brazo por bautizar infieles, como a San Francisco Javier. Pero el p~tit {re're ha normalizado varios matrim~"nios entre amancebados¡ Gi· nette no puede dejar a su caro mancebo. Ré.né. jefe de equipo, ni aiquiera estaba bautizado. Catequizóle el P. Rogatien, adminia– tr61e el bautismo y bendijo su unión con Rayrnonde, obrera del mismo taller. Fernando es otro ejemplo del influJo de nuestros Padres. Pero, Jos frutos sazonados no son muchos todavía.
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