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CRISIS REI.IGIOSA Y CRISIS DE PARTIDOS. 2 El ohrero siente hastlo de la vida y decep– ción de todo y de todos. No confla en el clero; cuya caricatura cmbarnecida y grotesca hace a diario la prensa y la propaganda comunista. Está desengañado de la polltica. La C. G. T. les ha desilusionado y robado sus esperanzas. Es un herho indiscutible que el obrero se desentiende cada vez más de la polltica y sobre todo de la pnlltica de partido. Este ha jugado fU última carta: el obrero se revuelve conha la coqueteria burguesa de sus jefes políticos y contra el pirueteo polltico de sus mandos. Si la mayor parte rie mis camaradas pertenecen aún a la C. G. T., cúlpese a que no todos tienen tem– ple de héro..:s para sacudir su odiosa tutela; el miedo y ~1 respeto humano les retienen. No me– nos se van desengañando de la eficacia de las huelgas, que, según su experiencia, sirven para hacer el juego a un partido, no para abastecer su mesa ni para acondicionar su morada. 2. Sin gran esfuerzo limitará el lector el alcance de estas observaciones.del P. Rogatien aunque qu·zá puedan aplicarse, aln gran error de cálculo, aloa demás núcleos obreros. V aunqUe a vecesparezcan desm~ntlrlo los hechos, no debe olvidarse que el obrero por fuerza mayor ha de acatar las órdenes de los diri– tentes, .

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