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• SI MlsTICA llllllEIIA. La 111as;,. no es antirrdigiosa; su ;¡ntagonis– mo cont ra toda inslitudón, contra toda rcgla– mentacil,n unifo rme, contra todo t'St' rito exter– no cuyo simbolismo y cuya razón no se les al– canza, nace de que la masa obrera ~ienll' la re·· beldla de ser masa. También el obrero 1-icne ~u mfstica, una mística que palpita y borbollea, pc– ~e a las fuertes presiones del materialismo. Esa mfstica cifrase principalmente en el ideal de ~u libertad y de su dignidad humanas. El medio obrero no está yermo de cristianismo; pero tal vez ducrm~ estéril, como e¡ trigo de las pirámi– des egipcias. Los obreros y obreras, aun perdida la fe, encargan al, petit frere que celebre misas por sus necesidades, por una persona enferma:, por una tristeza familiar. Creen en la oración del camarada sacerdote. Y cuando les dice: "Es– ta mañana dije la Misa por ti", una intensa emo– ción les invade. No entienden los más, qué misterios sean esos del fa~erdote; pero creen que en algnna parte, fu~ra de este mundo, su val-imiento es dicaz.
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