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75 exclusivamente a las not•as que nos van sirviendo de guía. Tras el incidente de la bicicleta, parece que hasta los últimos celajes de odio y de prevención quedaron barridos de los talleres y fábrica del Petit Nanterre. La única atribiliaria es la delega– da comunista, que no sufre tanta popularidad; sus camaradas no se retraen de estrechar la mano a le moil!<', que es ya una institución en la fábrica. -Pero el toque está-dice el P. .Rogatien-:– no en ha<:crse simpático, que no es dificil, sino en hacerles ascender del grado de la simpat!a al de la fe. Porque si esto no conseguimos, no va– le la pena que vayamos nosotros a compartir sus trabajos mecánicos. Gástanlc muchas bromas sus compañeros de taller. Días hubo de encont•rarse con todos los útiles de trabajo completamente engrasados; y, cuando il'nc~ntemente se pringaba con ellos, un estallido general de simpáticas carcajadas co– ronaba la c·scena. Remigio, jefe de equipo, so– cia'lista rmpedernido, gusta de embromar al Pa– drr : a veces, el petit Frere encuentra sobre su ncesa rlc 1rabajo e( diseño de un pat!bulo con es– ta inscripción : "Les curés au poteau". Una chanza del jefe. El propio Remigio suele decir a J. Defrene.t: -Si me dicen a mí "que un dfa tendrfa un

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