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72 Yo formaba parte de una célula comunista. Uno de mi9 camaradas era cristiano, mas por falta de ilpr,yo moral ocultaba su fe. Yo le obli– gué a confesarla.· Entonces me persuadí de que no bastilbil que el sacerdote obrero trabajara en la fábrica; pues aún quedaban muchos trabaja·· dores que no veían en él más que un espía del alto clero. Urgía por consiguiente establecer un enlace entre estos obreros y el sacerdote; de otra for– ma, el camino les sería demasiado penoso. En– tonces surgió en mi mente >la idea del apostolado s¿glar. La misión de este misionero la ico será la de un test;r:;o {:uténtico de Cristo en el taller del obrero, en su casa, en su distrito, en sus ho– ras de expansión, en el cine, en el 'baile, en el café. En una palabra, deberá ser totalmente un obrero entr·~ los obreros, exccptQ en el pecado. Al decir testimonio auténtico de Cristo, que– remos signif.ca r que ese misionero debería vivir una vida de c<.ridad integral para sus camara– das, y de pobreza extrema. Deberá ser el confi– dente de sus compañeros, su apoyo moral, el guía CIUe lt::; I: eve al sacerdote de su distrito. Así llega rá a persuadirse de que e'l sacerdote obre– re es un hermano que le entiende y que le ama, un verdadero amigo sin segundas intenciones. l-'cdría hubcr dos categorías de misioneros laic:ns: •

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