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70 el proletariado (sumido en la miseria) y en es– . trecha alianza con las clases privilegiadas. La aparición de los sacerdotes obreros en ,las fábricas ha abierto una profunda brecha en ese bastión de prejuicios y ha franqueado nue- vu~ horizontes c.l qbrero, consciente .de su con- • d!ción de hrJmbr~. que piensa y que reflexiona. ,\1i primera reacción fué la de espiar a este sacerdote, que rr.e parecía un enlace de sus je– rarquías, con fines propagandísticos, singular– mente de orden polltico. Reacción espontánea, que pronto se extinguió. Sumido en mil cavilaciones, me preguntaba yo oor qué un sacerdote, de la talla intelectual del P. Andrés, habría querido compartir plena– mente la vida del obrero, cuando por su forma- . ciGn cultural podía aspirar a puestos más hono– rWcos y mejor retribuidos. · l..e conocí er, el sindicato y en la directiva . sindical, de la cual yo formaba parte; se comen- .. tó· muchas veces el caso del P. Andrés ; mas na- . die hubo tk ponerle tacha. Yo he visto al P. Andrés al frente de los ·obreros al 1 Jresentar ~us reivindicaciones o al manifestarse en masa reclamando una vida más de~ent·e. Y ¿quién habrla podido recriminarle que, al terminar la jornada de trabajo, se reti– rara ?.. su cunv{·nto, y dejara a las masas obre-

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