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65 ,,!IN C!Ci,\IWII.I .Il'~ Al P. R.JJ ;aticn, ex¡wrto ,.,, rodaj•• dt• \'t>llla– dc.rt> s, le han er.comcndado un aprl'ndiz: durn pont> el ceño cuando viene a S('ntar~r a su l:1lio. E¡ P. Rogat·tPn le ofrece un c:garrillo, y al bue– no rle Blondin se le desarrug:t el entrecejo. iV\as no ~e deja ganar en generosidad y paga cig.uri · llo con cigarril:o. Trae los mismos preju•cio<J sol)re el cien> y aun sobre ia~ monjas, que los demás comu:1istas; y !as nH~tnaS ideas sob;e C! amor libre. Mas, ¿quién !e ataja, cuando ini.cia sus canciones de boite de nuic o cuando su~lta una groserta? Aquellos mismos Juan Mnrel, Fernando y jacques Defrcnct, que tanto dE'bía'l g11ardarse a1taño de tirar piedras a tejado aje– no. Mas, desde que frecuenhn la barraca de los pretres-ouvriers han cambiado y han saneado inconscientemente la atmósfera del taller. "Hay un ambiente de seriedad que influye so– bre los otros camaradas y singularmente sobre las mujeres".

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