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42 Mauricio-y repararon mis compañeros, en qu~ su educación no era la de un proldario. -¿Pero, es que tengo cabeza de cura? --Indudablemente. . Cuando lo pienso, desearía que mi mentón se · volviera de través y mi nariz torcida, a ver si entonces cobraba aires de "prolo". --Has hecho bien en venir-recalca Maur:– cio-. Se ve que la Iglesia no duerme. Esto ale– gra e) alma y ensancha el espíritu. Y se inicia la procesión. REMIG!O, el obrero pundonorcso, buen cris– tiano hasta los c:uarenta; pero envenenado por la prensa comunista desde hace cuatro años. Se desata en improperios contra el clero, cuya cas– ti{}ad, es para él, un burdo engaño y cuya rique– za y aburguesamiento son un gu;:;ntazo al rostro del pobre. Descarga ante el P. Rogatien toda ~u conciencia. El prétfe-ouvrier defiende airosa– mente la cuestión de principios, aunque para lle– gar a una entente cordial haya de reconocer cier– tas flaquezas. MI DECLARACIÓN PÚBLICA. Me he ganado las simpatías del jefe de equi– po, t¡ue desde ese día trabaja a mi lado, porque fa fait plaisir de causer un peu. 1·

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