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41 ---Entonces ¿algún lance amoroso te ha des- engañado·~ -No, por cierto. Mi caso es singular. --¡Ah! m. a[ors. Sintiendo yo su contrariedad y viéndome ya acorralado, vacilo, reflexiono y... a ltá va: --Escuche, señora: ¿Es V. capaz de guardar un secreto? -¿Cómo no? Se lo prometo. --Bien. Se lo diré. Yo soy fraile, capuchino y sacerdote. --¡Ah! 111. alors. Perdone, no lo sabía... ¡Y yo que os dije tantas conneries!.. . También mi hijo vistió la sotana en el seminario de Pontchíl.· teau. Pero salió y a poco murió. Una lágrima gruesa se desliza por sus meji.,. llas. Yo le explico el porqué de mi vocación obrera: soy amigo de los obreros; quiero ser su Padrecit'O. --Le recomiendo el más riguroso silencio. -No pase cuidado. Se lo juro por la cabe.; za de mi padre. ¡Pobre cabeza de su padre' A la media hora, cuatro mujeres estaban al corriente de todo. Y la misma mañana había llegado la noticia a oídos del contramaestre, aque¡ Mauricio, cató– lico sin miedo y sin tacha. Entonces recordé la fábula de La Fontaine "Les femmes et le secret",~ -Desde el primer ·dla ~cparé - comenta

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