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-¿Lo veis? No afirma lo contrario. -¡Bah! quién sabe--replica otra-. Tal vez es un fraile; pero lo que es un civil (seglar) cier– tamente que no. -Cura puedo no serlo; pero si, cristiano sin– cero y a carta cabal. -También lo soy--exclama la que le habla tomado por sacerdote--. Si usted conociera a mi madre... Es una verdadera monja. Y, como una de las obreras soltase una cu– chufleta a propósito de los curas, aquélla que por tan cristiana se tenia, lanzó con toda indiferen– cia una frase de burdel, enteramente pasional. Y, sin más transición, preguntó al pritre-ouvríer con toda naturalidad : -D'oú efes vous? Y resultó que ambos eran paisanos y que desde ese dla no olvida el P; Rogatien el alma desdichada de esa cristiana olvidadiza. Al cabo de una semana, ya está e.) P. Roga– tien, a su parecer, mas enharinado en el ambien– te obrero, que el propio P. Hubert. El contra– maestre guarda con él mucha deferencia, que no deja de llamarle la atención. Y todos los compaijeros de trabajo le van resultando gran– demente simpáticos. -Le bon Díeu est bon. La 11ie est be/le. En pocos dlas ha podido sondear muchas al– mas. Nunca pierde fa oportunidad de manifes-