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24 aquellos tesoros, cuando los PP. se ausentaron a ejercer su ministerio de caridad, visitando en– fermos. A poco llegó un seminarista, en paro forzoso. por accidente de trabajo. Está ordena– do in sacris y aprovechaba SllS vacaciones para encarnarse en el mundo obrero •. Durante el me~ de agosto hubo en "le Petit N'anterre" un bravo estudiañte capuchino, que, a los 2~ años, aban– donó su empleo de soldador especializado, pa– ra vestir el sayal, impulsado por el arisia de con– quistar a su hermano obrero como obrero sa– cerdote. -¡Qué alegria más profunda se siente-me dijo este valiente muchacho-cada vez que po– demos dejar el mono por el hábito! ¡Qué buena defensa del espíritu es esta !!brea frandscana! Huelga advertir que, entre lo~ obreros, vistien estos sacerdotes como obreros, fuman gaulois– ses como los obreros, beben vinazo--du vin rou– ge-como los obreros, hacense· como "si estu– vieran fuera de la ley, para ganarlos a ellos" 5 y acaban por ser perfectos obreros, excepto en el pecado. Pero de esa "encarnación obrera" y del des- 4. Para entrenar también a tos sacerdotes de su diócesis en la dialéctica o idiosin~racia obrera, entre otros, el obispo de Inns· bruck, en Austria, impone a los seminaristas teólogos Ja obliga: ción de practicar, como servicio social, dos meses de pruebas en fábricas y talleres. Cfr. «Ecclesia» 8 (1948) 674. 5. 1 Cor. 9, 19-21.

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