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~· Una joven, esposa de un obrem, un• '"'" , "" cierto orgulloso retintln : -Ahora está tn paro forzoso; ilf''' '"''' 1 trabajo. Como consecuencia de la generoRn oh••·tn '' • armamento americana, Francia habla ,.,,nntlu sus fábricas de aviación militar, dejandu rn lot calle a 3.000 obreros, provocando con ellu In ~·1111 siguiente competencia de la mano de obra. A los cuatro días el P. Césaire habla l•lKIII ·· do colocarse en una fábrica de papel. La barraca de los momes está abierta a tu·· das las voluntades, no a todos los vientos. Nues– tros Padres se calificaron en ella de diestro!t aprendices de carpintero •. Está dividida la tal barraca en dos compar– timientos: uno, más espacioso, que hace a un . tiempo de cocina, dormitorio, biblioteca y sala de recibir. Un viejo simpático, anarquista impe– nitente, quedó por algún tiempo, mientras yo. rondaba por allí, como dueño y guardián de 3, Cotéjese nuestro relato con este otro de la vida de S. Francisco: <La capilla del convento de Cantorbery no requirió del carpintero más de un día de trabajo. Allí residían solamente trea religiosos, uno de ellos tan tullido, que los otros dos le tenían que transportar al coro P.Or la noche a cantarlos maitines. Y eran tan feJices en su miseritl, que sucedfa a veces tener que interrumpir el Oficio Divino, mientras no se pasara la risa comunicativa que tea invadía.»- ÜMER ENGLEBERT, Vida deS. Francisco de Asis, p. 215 s. Adviértase que de los nuestros ninguno ea tuiJido, sino muy sanos todos ellos.

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