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22 de uno o dos pisos; pero predominan J.as barracas de madera con techumbre de lona o papel em– breado-quizá no tan miserables como mucha<J de Pueblo Nuevo y Casa Antúnez, en Bar– celona 1 • Entre aquel enjambre y sobre el barbecho de los campos y de las aimas, fuimos a buscar el "Rivotorto" de nuestros Padres obreros. Nunca olvidaré la simpatla extraordinaria con que las mujerucas, desde 'lUS ventanas y Jos trabajado– res, desde el mostrador del bar,---eran las tres de la tarde de un week-end-, o desde la puerta de sus casas, nos dieron, sin pedirles, las indi– ciciones P.recisas para localizar la barraca de los petits Peres o moines. Afortunadamente, aquel día estaban chez eux los PP. Césaire y Andrés. El segundo substitu– Ye actualmente al prin;ero en funciones de párroco 2 • -¿Y el P. Césaire? l. En mi visita a «Le Petit Nanterret pude apreciar los pri– meros frutos de CB.ridad del comité obrero fundado por nuestros tres capuchinos: en derredor de las barracas veianse placas de cemento armado destinadas a recubrir por de fuera las paredes de las viviendas obreras¡ y con ellas, planchas de uralita para proteger la frágil techul)lbre. 2. Con fecha 12-5-50 me escribió el P. Rogalien, que hoy con• tinúa en el Petit Nanterre solamente el P. Césaire. Al P. Andrés Hubert prescribieron varios meses de l'eposo, y al P. R. le des– tinaron a la misión obrera de Estissac-Aube, en la región de Troyes. •

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