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17 gica-declaraba el malogrado cardenal Suhard • - es secuela de una crisis de crecimiento por la que pasa el mundo; son los sintomas de la eterna juventud divina y humana de la Iglesia. Personalmente estoy persuadido de que esta– mos en la mañana de una nueva primavera del Cristianismo". Y la Iglesia SP apercibe para la lucha; vibran las revistas católicas con la in– qu'letud del momento, organizanSe congresos; como el internacional de Pfalz (sept. 1949), y los de Nantes y Burdeos; ensáyanse nuevos métodos de apostolado, como el que pudiéra– mos llamar de los "medios volantes" o misiones relámpago, preconizadas por el Obispo de Moulins en una pastoral a sus diocesanos; se instituyen misiones turales permanentes, al es– tilo de la Misslon Rurale de Oucques, diócesis de Blois, encomendada, de&de 1948, a los capu– chinos de Parí-s, PP. Rafael de Noirlieu y Gue– nael de Plouvien •. Pero de todas las fórmula9 ensayadas, ninguna causó tal escándalo por su novedad, a ninguna se le calificó de "osada" (sic) y audaz, como la encarnada en la Mission de Paris: "Delante de la Virgen Maria y según 3. , Qrbis Catholicus», Herder-Correspondenz, Jhg. lll heft 7, pp. 303-324: Declaraciones del Card. Suhard al representante de la ~N. C. W. C.>; Id. sus pastorales de 194.7: Aug e o decadencia de la Iglesia y la pastoral de 1948 sobre El apostolado moderno. 4. c-Bu1letin Provinciel des F. M. CapucinS», Prov. de Parls 1 1 (1949),7·9.

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