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10 bajadora, comparten con ella su trabajo, sus an– gustias, su dolor, sus penas y sus lágrimas. Como el Verbo del Padre, que para redimir a la humanidad del pecado, se encarnó en la na– turaleza humana, de la misma manera Tos cris– tianas de verdad, obreros volunmrios, deben l!n– carnarse con la clase obrera, si quieren contri– buir eficazmente a su 1edención. Veamos como e/ P. Andrés, compañero de trabajos y fati¡¿as del P. Rogatien, explica en su Memorial este ideal de encarnación en la cla– se obrera: "Un abismo social separa a la Iglesia de la masa marxista; con toda evidencia es necesaria una nueva misión, con su clero y su laicado pro– pios, su catecumenado y su vida religiosa indi– gena. Más todal!la que los misioneros en el ex– tranjero, los sacerdotes tienen que hace1se irzdí– genas con Jos iTLdígenas y tomar sobre sus hom– bros toda la dureza de la vida obrera, excluido el pecado." -Penetrar o desaparecer-como una alter– nativa; esta es la consigna de estos sacerdotes obreros. "No hemos !;echo acción ¡;olitica, no hemos hecho acción social--excfama--. No hemos to– mado el puesto de los sel(lares cristianos. He– mos querido solamente ser testigos del orden so– brenatural. Muy pronto nos hemos dado cuenta
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