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118 de salarios o de feguros so¡;iales. Si en ellos veis a Nuestro Señor jesús, no podréis tratarlo~ en forma degradante e infrahumana. Si estimaseis la personalidad humana sobre vuestros intereses económicos y financieros -lo que, en definitiva redundada en mayor beneficio vuestro-no p\!rmltiríais t•antos abusos en vues– tra empresa. No podriais consentir que un solo par de guantes haya de servir a todo tJJ grupo. . No podriais imponerles más de cuarenta horas ·-ca– so previsto en la ley-a los menores de 18 afias... No consentiríais en que los obreros se vieran precisados a ajustar los ·frenos de los va– gones en tan degradantes condiciones de insalu– bridad y de cochambre... No pasaríais por que el trabajo haya de hacerse con tanto riesgo pe:r– sonai del t·raba¡ador. .. El amor ~ab1 á inspiraros los medios más convenientes para aliviar y humanizar el traba– jo de vuestros obreros. Copiamos de la Epístola de Santiago: "Ahora. pues, vosotros los ricos, llorad dando alaridos por las desventuras t¡ue están para sobrevenir. Vuestra riqueza se ha podrido y vuestros vestidos se han apolillado; vuestro oro y vuestra plata se ha enmohecido y su moho servirá de tes- ~·

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