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de este siglo, por esto /r;s sacerdotes de París, bajan al mundo del trabajo, para manifestar a la clase obrera, con su silencio }' con su ejem– plo, que, desde puntos de vista más evangéficos, saben también compartir con ella su pan, su es– ftierzo y su sudor. Así lo manijestaba Pío Xil a /os capuchinos obreros de Paris, al re~i/>ir/os en audiencia pri– l'ada, en Caste/lgandolfo, _el 25 de noviembre de 1948: "Hechos i1ermanos para con sus herma– nos--decía--paw ganarln s a todos a Cr:sto... U(len el sudor apostóli.-o de sus frentes al de los obreros, libran su espíritu de las tinieblas del error, lo remontan a la tuz de la verdad y se esfuerzan para endu/zor los ánimos amarga– dos por el odio }' la ¡"acción, infundiendo en ellos la caridad divina" "· De la misma manera Mons. Feltin, al tomar posesión del arzobispado de París, vacante por la muerte del cardenal Suhard, en su primera pastoral denominaba "hombres de vanguar– dia..." a estos misioneros, diciéndoles: "A estos misioneros admirables, que han escogido por pa– pel suyo e[ llevar oscura v excepcionalmente una vida de duro traba¡o en medio de sus her- 5. Alocución del Sumo Pontífice en la audiencia de125 de noviembre de 1948.- Carta particular de Pío XII al ministro Ge– neral de la Orden de Frailes Menores Capuchinos,4 de diciembre de 19~8. <Ecclesia• 9 (1949-1) 117. . ..

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