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\ 113 impreciso. ll:lct,mos mil rct·azos de nuestra vida. El domingo soy cristiano durante media hora; pero, en llegando a la fflhrica, dejamos la fe a la puerta de entrada. Los capitales invertidos nos tienen agarrotados. Tenemos que producir, es necesario que los negocios prospert•n: prima– do de la capitalizición sobre la dignidad huma– na, sobre los verdaderos valores evangélicos. Muchos patronos de empresa, que se dicen cris– tianos, no tienen conciencia de esta subversión ético religiosa. Ah! está la tragedia de su acti– tud. Esa inconscilncia les deja tranquilos y sa– tisfechos, en medio de un mundo que tiene ham– bre de pan y de justicia. Señor, confesémoslo sin eufemismos: es im– prescindible ser santo, verdaderamente santo, para obrar como patrón cristiano en vuestra cm– presa. Conozco perfectamente los múltiples pro– blemas que os plantea vuestra situación. Pero lo que interesa es saber si estáis presto a porta·· ros como verdadero cristiano, que confla en la providencia •1el Padre y que acepta todos los sa– crificios que le im¡JOne su condición de cristiano; o si optáis por dejaros vencer y abatir por las dificultades inherentes a vuestro cargo y renegar de vuestro título de cristiano. -¡Hombres de poca fe!-dEcia jesús a sus apóstoles. Con cuánta razón podria echárnoslo en cara

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