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1()7 2 Mgr. Anrcl t•scrihc: "E/ sacerdote es y será siempre un t•xtmño (1111 separé)" (p. 55). Mucho potlrlalllos tlcl'ir sohrl' la noción :de separación. Estamos conformes con que tanto más extraño, separado se tornarf1, t·uanto m;is se haya encarnado. Los obreros se percatan perfectamente de que nunca seremos uno de ellos, por mucho que tra– temos de adaptarnos a su condición. Saben que dependemos de ila Iglesia, que guardamos casti– dad, . que nos presentamos como hombres de Dios; pero, a medida que más íntimamente Vi– vamos la vida de Dios en plena fábrica, en me·– dio del taller, más patente se les hará la tras– cendencia de ese Dios, de nuestra Fe,... el pri– mado de lo absoluto. El sacerdote deberá, como dice el Card. Suhard, realizar el misterio de su fe (FAIRE MYSTERE); mas, para que la masa hu– mana comulgue ese misterio de Fe, el sacerdote deberá estar allí, zambullido en esa masa. "El apostolado del proletariado no responde a ningún fin polltico" (p. 56). Ciertamente, nosotros no estamos lnfeudados

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