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106 Cilios medios proletarios y que por luengos años deberá continuar el clero representado en el mundo obrero, para realizar constantemente su · sacerdocio de oración y de consagración y rx– tender la encarnación del sacerdocio de la Igle– sia a la cxis!cllcia más humilde y más materia¡ de. la vida humana. "Sería ridícuiG-continúa Mgr. Ancel- -que un sacerdote se creyera 111i1$ que los otros, por sus trabajos manuales". (p. 54). Estamos de a– cnerdo: no hay más que un sacerdocio en Cristo. y en ese aspecto, ningún sacerdote ts superior a ob-o. "No menos habría de lamentarse-prosi– gue Mgr. Anccl-que el pueblo estimara más a un sacerdote, porque es obrero" (p. 54). Muchos cristianos de la clase obrera carecen de una noción exacta y profunda del sacerdocio del ministro de Dios. Muchos también son parte en los prejuicios de su clase contra e¡ clero: pe– reza, egoísmo, alianza con el capital y con la reacción. Merced al pretre ouvrier es mayor su estima de los sacerdotes. Por aquéllos renace la confianza en todos, y por ellos es honorificado todo el clero católico. Todo el sacerdocio do! Cristo es más apreciado, más respetado, mejor conocido... Y esto es algo no despreciable. Con tvdo, no hay por qué disimular que en nadie con– flan como en su pretre ouvrier. Es natural: el continuo trato engendra confianza.
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