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100 aprender de los obreros a ser más plenamente sacerdote, haciendose más virilmente, mas do-· lorosamente, más audazmente, más humildemen– te, más auténticamente hombre, hombre enzarza– do e11 la VIDA de l;s hombres, en la verdadera vida de los hombres, pecadores, bravos, dolori– dos y esperanzados, tal corno se mueven en el mundo, en marcha hacia Dios, por la cruz de Cristo." "El sacerdote obrero es un mendigo. Va a recibir del obrero; y nn sólo del obrero: el sa– cerdote debe conNnuar recibiendo de sus .otros hermanos, de los burgueses, sus hermanos en Cristo, porque el pretre ouvrier debe tener par– te, para ser un verdadero sacerdote, en la En– carnación de la Iglesia entera en la Humanidad" (Ha yen). La íntima cotwicción de que el trabajo ma– nual es obra auténticamente sacerdotal, es Jo que explica y razona mi presencia en la fábrica. Y esa convicción me penetra más hondamente, cuando pienso en el Crist·n <.le Nazarct, el primer sacerdote obrero del linaj e tk Adán. M.gr . Ancel escribe: "No podemos negar que Nuestro Señor se empleó en trabajos manuales; pero, a la sazón, no ejercía n;nguna función sa– cerdotal salvo la ofrenda que de sí propio hicie– ra como víctima al Padre; ofrenda, que, de ¡;u– yo, es indiferente al género ele ocupación; basta

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