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101 "El 1;11 rundann·nlal de los sacerdotes obre– ro:: l'S r :•1di·· un sl'rvicio a la Iglesia. No es su prillll'r· tr;unfn la santificación personal de los obreros de su disl·rito. Tardarán años antes que los obreros le busqm•n co1110 sacerdote. El efec– to primero de su misión e!l la encarnación común del cuerpo sacerdotal a¡ cual pertenece. Por e~ simple hecho de compartir el sacerdote su vida con la de los obreros, todo el sacerdocio cri·stia·· no comienza una encarnación redentora más real, unidos al Sacrificio del Calvario: encarna– ción catársica y liberadora; Hay tantos egoís– mos, tanto aburguesamiento en la vida del clero!. .. Nuestra vida pastoral, de profesorado, misional, conventual, está con ha rta frecuencia tan desencamada, que bien podemos no excusar la cooperación de los sacerdotes obreros al deber del clero, de mí mismo, de todos, de prolongar en nuestra vida sacerd0tal la encarnación de Cristo hasta la muerte, la obediencia de Cristo hasta la cruz, y a VIVIR la obediencia de aquél "que en lo9 dias de su carne... aprendió, aun siendo Hijo, lo que era obediencia, por las co– sas que padeció" 7 , "E¡ sacerdote va a continuar su aprendizaje en la escuela de los obreros, co– mo sacerdote y para el sacerdocio, en la Iglesia y para la Iglesia, en Cristo y para Cristo. Va a 7. Hebr. 5, 7-8.

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