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......--··---·-~ ll9 te obrero entre sus heTmanos proletarios: él les representará mejor que otro alguno ante el Padre Celestial. les consagrará mejor que los otros, porque él es el único que participa de su vida;, ti ruega ~in cesar y se santifica, para santificar~ :es a ellos. La prc~l!nda del sacerdote en la fábrica es te mcdiacilin, silenciosa, hecha de plegarias y de sacrificios. Allí está él con sus proletarios, pa~ ra bendecir, ofrecer, santificar, consagrar esa vida dura, de explotados, de curvados al peso de mil suertes de servidumbres. Y cua:ulo el sacerdote obrero, ~umerg1do en esa vida de trabajo, tan ajena a su formación, siente en sí !odas las injusticias que pesan so– bre el corazón de sus hermanos obreros, y vi:ve ese ambiente de rebeldla, de amargura, de de– presión, de tatiga, de continuo batallar, ofrece sn propi::l vida al Padre, se ofrece a sí mismo victima de expiación por ellos, ¿quién podrá ne– gar que está ejerciendo una función sacerdotal, í'/1 virtud de los poderes recibidos? ¿No es IHia i!Uténtica y ·•erdadera mediación sacerdotal esa de bendecir, ofrecer, consagrar?... Y pensad aho– ra en su Misa, cuando, con el corazón destroza– ao por t-a•1!a miseria humana, une tantos dolores. al sacrificio de la Víctima Eucarística. Sólo quien haya celebrado tales Misas, con el cuerpo y el alma derrengados, podrá comprender la profun-

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