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Y la lglesta de Cristo, toda entera, queda con– s.~gracta por ,a consagración sacriticial de la Mi– sa. Digo .Con,agración sacrificial, porque el sa– cerdote al consagrar el Pan y el Vino, consagra la vida human'!, en cuanto está injertada en el sacrificio, en la Pasión de su Esposo Divino. El P. Haytn, S. 1., expuso maravillosamente esta ductrin3 en su conferencia de Charleroi (año 1947) : "El fin de la función sacerdotal es el concur– so efectiHJ de la vida exterior de los hombres efl. e¡ mundo a 1~1 vida interior de la Iglesia en Dios. En substancia, este concurso es la vida personal de la comunidad Eucarística, que vive en un per– petuo ofertorio, ofreciéndose sin cesar a la con– svgración divina... presentando al Padre las ofrendas de los fieles que el sacerdote ha de con– sagrar sacramentalmente; este ofertorio t:n es– píritu de obediencia cierra en Dios el circulo en que se desenvuelve la vida humana.. El ejerci– cio propio de la función sacerdotal se centra esencialmente en el sacrificio, que e~. ante todo, el Sacriiicio Eucarístico. La función eclesiástica del laicado me pare· .:e esencialmente una mediación de Encarnación, en cuanto que en ellos debe penetrar la vida in– terior de la Iglesia en Dios y por ellos impregnar la vida exterior de los hombres en el mundo. F.sa penetración de la vida interior de la Iglesia
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