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-92- pues, los oñatienses y demás pueblos el uso· de las bellas conjugaciones il zau, il gau, y siga el resto de los baskos su ejemplo, des– prendiéndose de las torpes que substituyen en Stl lugar". Yo ya sé que el euzkerálogo Elandhobetar conoce ese pasaje del euzkerá– filo de Durango; y no obstante dice: "si nnes-· tros informes son exactos". Sí, mi buen amigo,. Omabei tia'tar Karmel, los informes de Vd . son exactísimos, y el inmortal Astarloa no se en– gañó al estamparlos en sus celebradas lucnbra ciones fil ológicas. Yo no puedo tener dudas so– bre la existencia de esas formas en los ¡me– blos euzkaldunas mentados por el mismo Sr. Oma'beitia. Durante algunos años he podido conversar a mis anchas con euzkaldunas de a;quella región, y he comprobado que emplean constantemente, y como pro-pias y naturales las formas Joten zau, él pega a V d., joten gau, él nos pega a nosotros,&., aunque conocen tam– bién como aprendidas en los puchlvs circun– vecinos las flexiones joten zaitu, joten gaitu, &. El Sr. Omabeitia dice en las palabras trans– criptas qu-e la primera y segunda persona del plural siguen el mismo desarrollo que la ter– cera del plural ; por lo que si ellos, objeto, ne-· cesita pluralizador, lo propio debe hac erse ron gu, y zu, objetos y sujetos pasivos. Aquí el ilustre euzkerálogo, cuyas palabras comenta– mos, ha sufrido una manifi esta equi,·o·za,~ión . pero puramente material. Bien sabe el talen– toso Omaheitia que en gaiz, por ejemplo, hay una partícula pluralizadora, que es el prefijo· g; no ocurre otro tanto en dira. Concedrmos· desde luego que dira aparentemente es una fle– xión monstruosa, pues sin ningún elemento.
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