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'i - 62 las dichas formas con una constancia y lógica que echamos de menos en gipn zkuano y biz– kaino. L os nativos de estas dos últimas regio– nes de Euzkarli obramos en este particllllar con una arbi trariedad verdaderamente. intolerable; es verdad que nuakezu, nabilkizu, etc. se a·cos– tumbran en llizkaya y Gipúzk oa; pero no con la naturalidad y constancia que en Lapnl'di y Xnberna. P ienso yo que se pueden emp lear im– punemente las flexiones ikusten dikat ardi bat = yo veo una oveja; ikusten dikagu aritz bat = nosotros vemos un roble; mas en ese caso dígase también ikusten dizut ardi bat = yo veo una oveja; pues que no significa aho– ra, ni ha s ign ificado nunca ikusten det ardi bat =-= yo le veo a V rl. una oveja. ¿Dónde está en esa flexión el substantivo nominal respe– tuoso ? SI.-i\ lgún escritor hasko ha dicho que son de tanta compl icaci<'>n las fl ex iones familiares que sólo logran manejarlas desembarazada– mente los que aprendie ron el euzkera en el re– ~razo materno. Así es en efecto; si por fl exiones familiares se toman las que vulgarmente cono– cemos como tales, no es fácil distinguir las familia res objetivas ele las objeti vo-nominales, toda vez que no existe ninguna diferencia se– mántica entre ellas. "'Cuando dirigimos directamente la palabra a nuestro int erlocutor, dice el P. Zabala, tanto en la voz transitiva como en la intransitiva, podemos substituir las flexiones obj etivas y di rectas con agentes de primera y de tercera persona; por ejemplo, en lugar de decir: nik oera baño len, beti ur bedeingatua artuten dot

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