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-151- fracasado en el laudabilísimo empeño. El infi– jo en es un elemento advenedizo, nada apro– piado para originar diferencias flexionales. Lo mismo que nenarzun, se podía decir: nekarZun, neparzun, nelarzun, nebarzun, netarzun, nesar– zun, nezarzun, necharzun, negarzun, etc. El infijo en ·es un elemento intruso; a voces de– manda su eliminación el genio eminentemente filosófico del euzkera. Justo es confesarlo que en las flexiones ya mencionadas, nenarzun y nartzun se advierte otra discrepancia. En Ia segunda se ha endu– recido la z; en lugar de narzun se dice nartzun. ¿Se ha conseguido algo de provecho con el en– durecimiento de la z? Absolutamente nada; pues que lo mismo cabe modificar la z en tz en nenarzun; mejor dicho la fonética baskon– gada exige en cierto modo esa modificación. · Hay otras flexiones en el estudio del señor Koldobika que no ha logrado precisarlas ni por elementos propios ni extraños: zenargun, nosotros os tomábamos; zenargun, vos nos los tomábais. (Morfología de la conjugación vas– ca sintética, págs. 64-65). Parecidas formas con iguales inconvenien– tes se leen en la gramática del Sr. Campión: neukazun, yo te lo tenía; nendukazun, tú me tení:.s (pá•gs. 437-438) ; zenegidan, tú me lo hicieses; zengidan, yo te hiciese (págs. 449· 450). Ikusten nizun, yo te lo veía; ikusten ninduzun, tú me veías (págs. 395-397). El gru– po ndu es extraño a la flexión. Es verdad que flexiones objetivo-nominales no envuelven la misma idea que las nomina– les; ekartzen dazak, yo te traigo a ti en perso-

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