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92 El Misionero práctico do quién era el asesino, se arma bien y acompañado de dos. amigos va a buscar al malhechor. Lo sorprende desarmedo.. Se lanza Juan sobre él, lo derriba. Va a clavarle el puñal que ya fulgura siniestramente en el espacio. Y la victima. exclama: c¡ Hoy viernes santo, las tres de la tarde. Por Je-– sucristo que murió perdonando, perdóname!. .. » Y Juan arro– jó el puñal a tierra balbuciendo: No mereces el perdón, pero por Jesucristo te perdono. Y corre a una iglesia y se postra llorando ante un Crucifijo y ora; ora diciendo: Señor, Jesú~ bueno, Jesús dulce, Jesús clemente, no tengo fuerzas para. perdonar; pero por ti, por ti, le perdono. No merece él, pero tu si mereces. Por ti... por ti ...y esto diciendo regaba con sus lágrimas los pies de Jesús crucificado. Y la imagen in– clinó la cabeza por un prodigio consolador, queriendo dar al heroico e1·istiano un beso de amigo. ¡Jesús dulcisimo! Yo quiero merecer ese beso de b amor. No me lo niegues. Yo quiero ser tu amigo. Y para ello, quie– ro imitarte, aunque me cueste un sacrificio, aunque me cueste el quebranto de mi salud, aunque me costare la vida. Si, quiero imitarte. Y perdono. Yo declaro solemnemente ante todo el cielo, ante Jesús _agonizante, ante los 18 millones de mártires, ante todo este· auditorio, ante el mundo- entero que ¡¡perdono!! Que no quie– ro ·mal a mis enemigos. Para todos ellos quiero felicidad tem– poral y su salvación eterna. Quiero vivir con mis adversarios a la sombra de mi Jesús Crucificado. Señor y J esús m!o per– dón, perdón. Ya ves que yo perdono. Desclava tus amorosos brazos y estréchame contra tu bondadoso corazón!... ¡Oh qué consuelo siente mi alma al poder reclinar mi cabeza sobre· tu pecho divino y santo. ¡Qué dulce es oir de tus labios: «¡te. perdono!» Como me perdona mi dulce Redentor espero y conffo en: que vuestro celosisimo Párroco me perdona mis negligencias y mi .impericia, porque quizá no he trabajado con la abnega-
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