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84 'El Misionero práctico la virtud. Y allí veo a millares de seres espirituales, angé– licos que mientras rinden homenaje al Creador y a Jesucristo Redentor, atienden a vuestra conducta, .a .vuestra generosidad y heroísmo; y descendiendo a vuestro lado, recogen el aroma · de vuestra virtud y lo trasladan hasta el Trono de Dios. Y allí contemplan todos los seres celestiales vuestro mérito y os aplauden y os felicitan. Os elogian millones de ángele3, miles de miles de apóstoles, ingeptes coros de mártires que como vosotros supieron perdonar y no quisieron injuriar a sus verdugos. Allí se pronuncia vuestro nombre con cariño y se regocijan de que haya en el mundo siquiera algunos como vosotros, que cumplen a la perfección la Ley santa del Evangelio. ·vuestra actitud es digna de recompensa eterna; tendréis allá un premio semejante al de los mártires. De– jad, dejad que os injurien. Dejad que ese ruin se· haga acree– dor a castigos divinos. Ha"ceos acr¡¡edores. al galardón eterno, glorioso... ¡Qué honra tan legitima tendréis cuando podáis cantar victoria! Victoria con laureles que habéis ganad~ ven· ciéndoos a vosotros mismos. 2) Sed consecuentes con la bondad de vuestro corazón, con vuestl'O claro entendimiento. Y decidme: ¿Quién merece más elogio y aplauso, Cain que abrigando envidia y odio se– creto contra su inocente hermano Abe!, le engañó y le ase– sinó a traición, o Abe!, que al caer derramando sangre diri– gió al agresor una mirada de clemencia ot~rgándole· el per– dón? ... Todos elogiais a Abe! y maldecís el nombre de Cain, como lo maldijo Dios. Todos preferís ser Abe! y no Cain. ¿Quién es más digno de elogio, Saul el rencoroso . rey Sau!, o el inocente David, que tan sañudamente fué odiado por aquél? David era el capitán más valeroso y leÍll del ejército de Saul. Las batallas se ganaban gracias a su pericia y va· lor. Un día que el .ejército regresaba victorioso a Jerusalén, salieron al encuentro las mujeres cantando: Saul mató mil enemigos y David mató diez mil. Parecia natural que Saul