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El Misionero práctico 55 y · mortificaci6n, como hacían los grandes maestros de Misiones. Y si hay alguna Comunidad de clausura, suplicar oraciones extraordinarias ante el Santísimo. Paciencia en grado superlativo, mayor que la del Santo Job. No incurrir en el desaliento. Guardémonos de con– siderar el fracaso como una derrota de nuestro amor propio. Todo ello supuesto, aconsejamos un medio que fué practicado con éxito por el Venerable Padre Esteban de Adoain, y alguna vez por el Beato Diego de Cádiz: Or– ganizar un día o más de rogativas ante una imagen de la Virgen o de Jesucristo Crucificado que sea muy ve– nerada en el pueblo y tenga fama de milagrosa. Ape– nas hay pueblo crecido que no la posea. Este recurso de último extremo debe anunciarse con mucha sagacidad y sin que el público se dé cuenta del fin que se pretende. El Párroco, de.acuerdo con la autoridad civil, anun– cia su deseo de que, aprovechando la presencia de dos Misioneros, se celebren cultos extraordinarios de·roga– tivas por la prosperidad espiritual y material del pueblo y pidiendo el fruto de los campos. Si la imagen es venerada en alguna ermita, se la traslada a la Parroquia con solemnidad y se celebran funciones religiosas de carácter penitencial terminando con ::Omuni6n General y Proc;esi6n s 0 lemile. Si en el pueblo no existe imagen de devoci6n es– pecial o de fama milagrosa, se podrá utilizar la del Pa– tr6n protector de la Parroquia. Si a pesar de todo esto las Comuniones son pocas y la conmoci6n de la multitud nula, los Misioneros no amenazarán al pueblo con el rigor de la Justicia Divina

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