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El Misionero práctico 25 3. No refutar ásperamente los errores del audito~ rio en tono de polémica; sino más bien exponer la ver– dad caritativamente. clnterficite errores, diligite homi– nes• (San Agustín citado por el P. Andermatt. Loe. cit). 4. Causa siempre mala impresión queíarse del po– co número de oyentes, de que algunos llegan tarde, etc. S. Es falta de educación toser con estrépito, o so– narse las narices, o arreglarse la ropa, como también depositar en el antepecho del púlpito el pañuelo, soli– deo, pastillas, anteojos. 6. No declararse adversario de incrédulos, disi– dentes, comunistas, concubinarios. El misionero es sólo adversario de los enemigos del alma. 7. No hacer alardes de superioridad con petulan– tia. Pero tampoco deben descender a cantar elogios a personajes públicos, ni 'incurran en la debilidad de pre– dicar a gusto de ellos. No deben atar su conciencia o su estola al cinturón de ningún potentado. cVerbum Dei non est alligatum• (11 T"un. 11. 9). 8. Abstenerse de nombrar personas o asuntos hu– manos que no agradan a todos. No es hora, lugar ní ocasión de alardear ·de patriotismos o de exteriorizar predilecciones políticas. Dios no tiene patria. Y el envia– do de Dios tampoco debe tenerla; es universal. como la verdad que enseña. cNon raro contingit ut in media pertractatione rerun'i ;eternarum, labentur (prcedicato– res) ad política, praesertim si quid ejus generis animes audientium vehementer teneat occupatos• (Benedicto XV, Encíclica HUMAN! GENERIS REDEMPTIONEM, 17 • Junio 1917). 9. Elevarse desde la primera palabra, al orden so– brenatural. 10. cConcionator tam in iecitatione quam in lin– guae usu, sese communi auditorum captui accomodeb.

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