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1 ~ 1 1· ,, ¡' 24 El Misionero práctico un caso en que un solo muchacho consiguió malograr una Misión. Conviene, pues, ganar su simpatía desde las primeras horas. Luego de terminado el Rosario el día que se hace la apertura de la Misión, el predicador dirige un ruego a los mozos, diciéndoles que desea saludarles (a los jóvenes de más de 15 años) una vez que se l)aya ter– minado el acto. En la casa en que se hospedan los Mi– sioneros, o en el templo, les expresa su convicción de que son madrugadores. y les exhorta a rondar muy de mañan<1 por las calles cantando letrillas para despertar · · cada día a los vecinos a fin de que acudan al templo. Les promete que les acompañará a esa hora y les anun– cia un premio para el último día de la Misión. El pre– mio puede ser una merienda si son pocos en número; o se les obsequia con una medalla o bien se sortea algo que sea de su agrado. -XI- LOS SERMONES -! – CAUTELAS Y ESTILO l. No adular al auditorio en demasía; pero tra– tarle con sumo respeto, sin olvidar las reglas de la fina educación. Esto causa excelente impresión y cautiva los mimos. 2. No expresarse en el púlpito de modo que se pueda juzgar se halla el predicador poseído de la ira. El sarcasmo y la ironía son reprobables en la Cátedra del Espíritu Santo.

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