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El Misionero práctico 15 del Misionero. eNe quid profani pietas redoleah avisa a este respecto el Padre F. Harlem, Misionero Capuchi– no de Holanda, citando al Papa León XIII (1). No demos ocasión a que se nos califique de •agitadores vulga– res•, cdemagogos eclesiásticos•, clorbellinos revuel, tos•. cNon in commotione DominUs• (III Reg. XIX, 11). Es preferible la eslralegi<J. de la SEGURIDAD a la estra– tegia de la ESPECTACULARIDAD. 10. No derivarán sus actividades o propagandas ajenas a la Misión e. g. Buena Prensa, Cooperativas So– ciales, Acción Católica, ele. El fin de la Misión es IN– TERNO: robustecer la fe, fomentar en las almas la vi– da sobrenatural; no es EXTERNO. Pueden aconsejar al Párroco la erección de las Asociaciones mandadas en el Canon 711 --, L y también la V. O . T. de Penitencia o Acción Católica. 11. No llevarán objetos piadosos destinados a la. venta, como rosarios, medallas, devocionarios. Hoy cu;:~lquier pueblo tiene facilidad para adquirirlos. No faltarán sujetos que aprovecharían la ocasión para cri– tícar, atribuyendo a los misioneros espíritu mercantil o tratándoles de traficantes de la Religión. 12. En sus predicaciones, lo mismo que en con– versaciones familiares, se abstendrán de referir casos que les han ocurrido en los confesonafioa, aunque no haya peligro de violar el sigilo. (Instrucción de la Sagrada Congregación del Santo Oficio, 15 de Diciem- bre, 1915). • 13. No confundamos la discreta y respatuosa po– pularidad con la POPULACHERIA. El Misionero que pasa demasiado tiempo en la calle, no sentirá, al ocu– par .el púlpito, el fuego del Espíritu Santo, de que se vieron poseídos los Apóstoles al salir del Cenáculo. Su (1) M.iiSionariua Practicus, pág. 53.

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