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14 El Misionero práctico Sacerdote usar bromas pesadas con las domésticas que le sirven o con otras ·personas. Ciertos cha.scarrillos de doble sentido suenan en sus labios como blasfemias. dice San Bernardo. Absténganse de juegos de naipes u otros semejantes. 4. Sea sobrio en la comida. Pero debe alimentar– se bien. si ha de trabajar bien. Y en este cascz QUI NON MANDUCAT, MANDUCANTEM NON JUDlCET•. (Rom. XIV, 3). La austeridad en el uso de licores es muy edificante. 5. No comprometerse a arreglar pleitos surgidos por intereses materiales: eQUIS ME CONSTITUIT JU– DICEM AUT DIVISOREM SUPER VOS? • (Luc. Xll, 14). Ni se preste a concertar noviazgos, colocar criadas etc. 6. Los Misioneros evitarán cuidadosamente que se noten discrepancias o falta de cordialidad entre ~llos. El público es un observador empedernido y a ve– ces juez y fiscal del enviado de Dios. 7. No pidan regalos directa ni indirectamente. Suele producir mal efecto referir a los muchachos o a Hijas de María los actos de generosidad con que fue– ron obsequiados en otro pueblo. Antes bien rehus¡;n los donativos con desprendimiento, para que siempre puedan decir: •Non quaero vestra, sed vos•. (11 Cor. xn. 14). 8. No se prodigue el Misionero en trabajos ·inne– ceEarios, e. g. enseñar cánticos si s_¡ilie el pueblo los adecuados para la Misión, adornar altares, levantar ar– ces etc. Todo ello trae fatiga y resta tiempo y prestigio al Sacerdote cuyos defectos se revelan con el trato. 9. No adoptar prácticas incongruentes para impre– sionar al pueblo. Pueden degenerar en el ridículo o ha– cer formar un concepto menos exacto de la dignidad

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