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El Misionero práctico 115 Cordero inmaculado! ¡No te injuriaré más~. Dile eso, her– mano mío, dile eso a tu cordialísimo y tiernísimo J esús! : «iN" más blasfemias, no más palab!as injuriosas, no más frases dia bólicas! ¡He sido un necio! ¡He sido un loco hasta hoy! He merecido mil Wiernos. Mil infiernos con los t01·mentos más fieros. ¡Tú, Jesús amantísimo! nunca me has agraviado, porque me quieres con todo tu corazón; y yo te he injuriado ! Tu eres bueno conmigo; y yo he sido un perverso contigo. Tus labios sien1pre puros y santos no se movieron sino para consuelo mío y de todas las almas; yo he movido los míos para mal– decirte. ¿Y es verdad que también ruegas por mí cuando pides a tu eterno Padre: Perdónalos porque no saben lo que hacen? ¡Ah sí! ¡Padre eterno, perdón, porque yo he maltratado a tu di– vino Hijo!. .. ¡Astro del día, no me niegues tu luz! ¡Peñascos que os desgajáis de las cumbres, no caigáis so~e mí, no! Que yo me enmiendo desde este momento. Y con mi penitencia bo– rraré las blasfemias de mi vida...
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