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El Misionero práctico lit da reincidencia, cortar la lengua al balsfemo. El Código Pe– nal de 1870. señalaba la pena de arrestos y multas. 9. 0 ORACION INEFICAZ ¡Cuán sensible· es que haya de apelarse a estas sancione3' para extirpar un vicio tan repugnan~! Nunca debieran ser necesarias tales medidas Íle coacción. Purificáis vuestro .rostro siempre que habéis de comparecer ante un personaje de ca– lidad. Pues purificad vuestros labios y vuestra alma cuando comparecéis ante el Ser más calificado y más digno de re• verencia que es Dios. Y ante ese Ser mil veces bendito os· halláis a todas horas, porque nadie hay que pueda esquivar– su presencia. Purificad vuestros labios para hablarle y para suplicarle que remedie vuestras deficiencias. ·El audaz que mancha sus labios injuriando a su Criador ¿cómo podrá abrirlos para pedir algo al Dador de todo bien? No ignora que necesita de Dios en todos los momentos de su: existencia. De Dios depende nuestra vida; de Dios nuestra salud; de Dios nuestra fortuna; de Dios nuestra familia; de Dios el sol que nos ilumina; de Dios el agua, el fuego, e[ animal que nos sirve y obedece, la tierra que nos da sus. frutos, y el día y la noche.. . ¡todo! Y .de Dios los dones sobrenaturales necesarios para la: salvación. Dios regal'l toda esa suerte de dones a quien le pide con labios puros. Mas ¿cómo los otorgará a quien le pide con labios manchados por– la asquerosa blasfemia? ¿Qué obligación tiene de favorecer– a quien le maldice? ¡Blasfemo! ¿cómo te presentas ante el altar a rezar en días de tribulación, exclamando: ¡Padre nuestro que estás en los Cielos; santificado sea el tu nombre!.. .? Acabas de mal-· decirle ¿y tienes la osadía de decirle que sea santificado su:. santo nombre? ¿Y tienes la presunción de creer que te hall de aprovechar los Santos Sacramentos? Me causa horror te– ner que asistir a la muerte de un blasfemo obstinado. ¿Quién.

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