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El Misionero práctico 107 Dios continúa y deja oir su voz prolijamente, dictando su ley. Ahora bien, ¿sabéis cual fué el segundo artículo del Có– digo que promulgó? Escuchad: cNon assumes nomen Domini Dei tui in vanum; nec enim insontem habebit Dominus eum qui assumpserit nomen Dei sui frustra (Exodo, XX, 7). No pronunciarás el nombre de tu Dios y Señor en vano; pues no quedará sin castigo el que -lo pronuncie sin reverencia. ¡Cristianos! ¡Y para imponer ·como ley que no se tome en vano su nom.,re divino, ·Dios prepara el pregón con tantas señales terroríficas! Semejante conducta del Señor ¿no de– muestra claramente la gravedad del precepto y la responsa- bilidad enorme del que lo quebranta?. · y si para el que pronuncia sin respeto el nombre divino, anuncia que no quedará sin ·castigo ¿qué sanción aplicará al blasfemo que lo profana y lo maldice? Oid de labios del mis– mo Dios: cQui blasphemaverit nomen Domini morte moria– tun. (Levit, XJ¡:IV, 16).. El que blasfemare el nombre del· Señor, sea condenado a muerte. Y ·para que su ley no sea letra muerta, El mismo señala en qué forma se ha de eje– cutar la sentencia: «Lapidibus opprimet euro omnis multi– tudo. (Ibid). El pueblo será el ministro de mi justicia ma– tando a pedradas al blasfemo. Aquel mismo día que fué dictada la Ley, fué · ejecutada una sentencia de muerte. Un sujeto cuya madre era de la tribu de Dan, pero cuyo padre era de raza egipcia, tuvo una reyerta con otro individuo israelita. En el calor de la pen– dencia pronunció una blasfemia. Inmediatamente fué deteni– do y encarcelado. Consultó Moisés con Dios im la oración, y por orden divina fué sacado del campamento y muerto a pedradas. 8.• CASTIGOS a) La historia de la blasfemia deja helado de terror al
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