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El Misionero prá«!tico 105 cada una de· ellas llevaba escrita una blasfemia (XIII, 1). Et aperuit os §nltm 'lit ' blasph~mias; y ·~oníitaba blasfemiasc de su boca contra el nombre santo de Dios, contra su taber-· náculo y contra todos los moradores del cielo (XIII, 6). ¡¡Y cuántos imitadores ha tenido esa bestia satánica!!.... El torrente de insultos que ·se lanzan diá.ria:rpente contra el cielo, es un eco de las imprecaciones de odio de esa bestia feroz. Los necios que las pronuncian son imitadores de ese mortal enemigo.de Dios; son dóciles instrumentos suyos. Me– jor dicho, son esclavos viles de tan tiránico dueño, a quien obedecen docilment.e. «Arrojad (díceles el demonio), arrojad basuras hediondas contra el rostro de Dios>. Y ellos le obe– decen y perpetran el sacrilegio. cE! nombre de Dios es santo, añade . el enemigo; no temas profanarlo. Dios es luz inacce- • sible; oscurécela con una niebla de vapores de cloaca. Dios es majestad infinita, no temas arrojarlo a un muladar y con– fundirlo con la escoria. Es omnipotente,. álzate con actitud· retadora!.... ~ ¡Oh! y los blasfemos obedecen y cumplen a la . 1 etra ese mandato infernaJ. · ¿Quién creerá semejante bajeza en seres humanos? ¿Quién tamaña ingratitud en Hijos de Dios? ¿Quién tan cí– nica audacia en criaturas insignificantes?. b) Intra:vit Satanas in cor Judae dice el Evangelío. Con la misma razón se puede asegurar que entró Satanás en el corazón del blasfemo. La bestia repugnante apocalíptica ha– bita en esa alma. Porque siempre es cierto que la boca habla de la abundancia del corazón. ¿Qué puede haber en el co– razón de esos blasfemos? ¡Oh, la bestia!. .. La bestia de siete cabezas, que son los siete pecados capitales. Esos corázones sor. guaridas del demonio, depósitos de toda la inmundicia de los siete hediondos pecados, que son raiz de toda maldad (1). ¡Y el blasfemo vive en pueblo cristiano! ¡Vive entre los hijos. de Dios! ¡Y dice que es cristiano y que piensa salvarse!. .. (1) cDe corde malae coqitationes procedunt, adulteria, fornicationes. homicidia furta, avaritiae, nequitiae, blasphemia.. . » (Marc. VII, 21 y 22).