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104 El ·Misionero práctico ilnivers'al! ¡Fuera esa nota discordante, clama el cielo! ¡Fue– ra ese ·grito estridente, clama toda la creación! Obstupescite coell super hoe et portae ejtis desolamini vehementer! ¡Cie– ios, exclaman todos los seres del universo: Castigad a ese audaz como merece; sacadlo de este magnífico salón! ¡Arto· iadlo al ·lug.!tr dé tinieblas exteriores, donde no oiga otro· ·concier.to que el perpetuo rechinar dé dientes!•.. 6.• ORIGEN DE LA BLASFEMIA a) El inventor de pecado tan satánico no puede ser otro que el propio Satanás. Consta que la primera blasfemia fué pronunciada por el demonio en las puertas del Cielo. Había sido creado por .Dios como un ser de belleza soberana, viví– sima nlicleo de luz, elevado al orden sobrenatural y · dotado de las cualidades intelectuales más excelsas. Complaciéndose destriedidamente en la grandeza recibida, codició ser seme jante al Altísimo (1), y entonces lanzó la blasfemia eje in– sulto al Creador, haciendo estremecer a todos los espiritus celestes, y arrastrando a la rebelión a la tercera parte de ellos. ¡Non serviain! repitieron los secuaces de Satán; .y la blasfemia resonó por los espacios como trueno de tormenta devastadora. No con mayor despecho y odio, pero sí con más insisten– cia blasfemó en otra ocasión, según refiere San Juan en el sagrado libro del Apocalipsis. «Yo vi, escribe aquel apóstol, aparecer y avanzar una bestia que tenia siete cabezas; en (1) La frase de lsaías csimilis ero Altissimo» (XIV, 14), que en seD.- · tidc literal se aplica a la soberbia del rey de Babilonia, sirve a Exposi– tores y Teólogos para discurrir acerca de la rebelión de Lucifer, y ase– gurar que el .pecado de éste y de otros ángeles pudo consistir en ambi– cionar ser . semejantes a Dios. (Cornelio a Lapide Com. in Scrip. T. XI. In Isaiam, pág. 291). Véase Santo Tomás I.a Q. 63, a. III. Así afirman también los teQloqos de la escuela del sutil Doctor Duns Scoto: cAnqelus potuit appetere aequalitatem Dei:t (Com. Oxon. in Maq. Sent. Djst. JV. Q. l. páq. 380).

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