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El Misioner!> práctico 103 aprenden el suyo con ·fidelidad. Pero uno de ellos corrige se– cr11tamente un ·compás variando las notas. Llega el día seña– lado. Gran expectación. Acontecimiento sensacional; la. radio está preparada. El concierto va a ser escuchado en todo el mundo. Empieza la ejecución. ¡Magnifica! Pero llega el com– pás corregido y se oyen dos o tres notas discordantes, que rompen el oido y desagradan a Jos más profanos. Todo el mundo forma mal juicio del mérito del compositor, El mú– sico caprichoso ha echado a perder la pieza musical. Calculad si podéis, la indignación del Maestro Director. Y calculad la ira de todos los demás artistas contra el reformador ca– prichoso. Pues bien. La creación entera constituye un magnifico concierto tributado por todos los seres al supremo Hacedor . en el inmenso salón del uni.;.erso. Lo dicen así los Sagrados Libros: Benedícite omnia .opera Domini Domino (Dan. 111). Opera ejus anuntiat firmamentum (Salmo 18). A las aba- · banzas que a Dios tributan aquellos millones de espíritus celestes que forman su corte, se unen las de los seres visi · bies que brotaron de las manos omnipotentes. Él sol, nota esplendente escrita en el infinito pentágrama del espacio y el insecto que zumba de modo inimitable; la avecilla que en– tona cantares siempre nuevos. y el león que ruge en la selva haciendo retemblar el suelo; la gota de rocío que se cimbrea sobre el pétalo de una ·flor y las ingentes olas del Océano que amenazan la ·tierra; la humilde violetilla escondida entre débiles hojas, el robusto cedro, la luciérnaga fosforescente• y los millones de astros que brillan en los espacios, todo es un pregón de las grandezas de Dios. Pero en medio de ese poema soberano, opulentó de subli– midades, se oye un grito estridente que parece brotar de la garganta de un histérico o de un loco desesperado. ¡Ah! es el grito del blasfemo! Nota discordante; expresión de fero· cidad y rabia diabólica, con que rompe la armenia del himno

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