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El Misionero práctico 99 crueldades e ironías. cNon minus peccant qui blasphemant Christum regnantem in coelis quam qui crucifixerunt ambu– lantem in terris». (San Agustin. Vide Flores pene Omnium Doctorum, pág. 126, Lugduni, 1573). Pero aquellos no cono · cían bien el carácter divino de Jesús.; y el blasfemo lo co– noce. Tiene motivos ·sobrados para conocerlo. ¿:pe qué ins– trumentos se valieron los verdugos de Jesús? Unos emplea– ron azotes; otros corona de espinas punzantes; otros empu. ñaron la lanza; otros utilizaron tres duros hierros. ¿Y de qué se vale el blasfemo? ¡Ah! Usa un medio que le acredita de cobarde. No imita a Juliano el Apóstata, que arrancán– dose un cuajarón de sangre del pecho, lo arrojó hacia el es– pacio en ademán de odio. Ni siquiera se vale del fuego como los herejes iconoclastas que reducían a cenizas las imágenes de Jesucristo y de la Santísima Trinidad. No imita a los salvajes que· arrojan piedras contra el sol que les abrasa. No emplea espada, lanza, azotes, clavos. El blasfemo que cono– cemos es más vil; porque para injuriar a Dios se vale de lo más asqueroso y repugnante que hay en la creación, se vale ¡de la escoria humana! ... Ese detritus es lo que se arroja ai muladar; lo que no aprecian ni los perros, lo que causa náuseas, asco y vergüen– za. Eso es lo que el blasfemo reserva para su Dios y Creador de augusta majestad. De eso se vale para ensuciar el rostro adorable y divino. Eso es lo mismo que destronar al autor de los cielos y tierra, y colocarlo entre la basura infecta y podrida de un muladar; lo cual no hace con sus animales domésticos, ni con las fieras que cazó en las selvas. A un perro se le arroja un mendrugo de pan. A Dios se .le arroja la basura humana... Luego la ruindad del blasfemo es mayor que la del sol– dado Longinos que alanceó a Jesucristo; sobrepuja a la de los vergudol! que lo maltrataron, a la de los herejes icono– clastas, a la de Juliano el Apóstata.

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