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de Sigmaringa 97 su casa. Al día siguiente fué a saludarle su hija radiante de alegría: <¡Papá papá! le dijo, mira mi ojo; ya veo con él, ya estoy curada•. En Rankweil la niña Catalina Taunin esta– ba jugando con un :cuchillo y se clavó la punta en un ojo, traspasándole la pupila. Desahucia– da de los oculistas más eminentes, llevóla su madre a la iglesia de los Capuchinos de Feld– kirch e hizo que los religiosos pusieron el crá– neo de San Fidel en contacto con el ojo herido. Al llegar asu casa examinó el ojo de su hija y vió que no tenía la menor cicatriz; la niña veía perfecta mente. Otra niña, Ana Smid, de Geinsengen, ha– bía perdido el habla a consecuencia de unas úlceras que le habían interesado toda la boca. Agotados inutilmente todos los recursos hu– manos, las reliquias del Santo pudieron lo que no habían podido los médicos de la tierra, de– volver el habla a la enferma. La hija de Nicolás Walser , que estaba al servicio de la condesa Fuggerin como señori– ta de compañía, hablase quedado enteramente sorda.·Sus padres pusieron por obra todos los medios que estaban a su alcance. No encon– trando remedio humano para la enfermedad de su hija, llevaron a esta a Einsiedeln el cé– lebre santuario de Nuestra Señora de los Er– mitaños. La Santfsima Virgen no creyó' con - 7
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