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--- ---------------------- _____ _ _ _cl~~_lll_a~~¡¡a -------~ jores caballos pomposamente enjaezados. Las tropas del Emperador, movilizadas para esta ceremonia, formaban filas a los dos lados del trayecto. El Obispo de Coira salió a cierta distancia de !a ciudad al frente de todo el Cle· ro y de inmensa multitne de fieles. De todos los pechos se escapaban cánticos de triunfo. Entró el féretro en la ciudad a los acordes de las bandas militares y entre las aclamaciones del pueblo. Dábanle escolta los jefes a pié y con hachas encendidas, mandados por el Con– de Alwig de Subz; seguían luego los miem· bros del Gobierno y cerraban la marcha nume· rosos regimientos de caballería e infantería que marchaban a tambor batiente y banderas desplegadas, mientras que las trompetas, óboes, timbales y demás instrumentos músicos lanzaban al aire sus armonías, cual si celebra· ran las glorias de un vencedor. Cuando llegó el cortejo a las puertas de la ciudad se echaron a vuelo las campunas para sa– ludar al glorioso Mártir. Hízose la entrada con un esplendor imponderable. Las calles estaban tapizadas con todo lo más precioso que nobles y plebeyos tenían en sus casas. Era tal la ilu– minación que las ventanas parecían de fuego y toda la ciudad un ascua. Al canto de los sa– cerdotes, al estampido de los cañones y a las ~ -- ~aves~~~nías de la música, uníanse los gri-

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