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---------- - - - ---- _ _ _ ____:d_:e_-S..._igmaringa _ ____ 91 Feldkirch conservarían las reliquias que ha– bían tra~ladado a su convento; y el resto del caerpo seria trasladado a la Catedral de Coira. Los mismos religiosos que hicieron ante– riormente el reconocimiento del cadáver, lo colocaron ahora en un doble féretro y lo lleva– ron primero a Mayenfeld, depositándolo en el palacio del Conde Alwig. Al día siguier.te, 20 de Octubre, declaróse a media noche un incendio en la ciudad. Mer– ced a un viento vinlento, Mayenfeld quedó pron•o convertido en un océano de llamas. El palacio del general fué alcanzado por los cua– tro costados: el acceso al castillo era imposi· hle. Desesperado el Conde Alwig, ábrese pa– so a través de las llamas y seguido de dos sol· dados vuela a la habitación donde estaba de– positado el cuerpo del S?nto. ¡Oh milagro! Olas inmensas de llamas arremolinábanse en torno de la habitación sin tocarla; más bien parecfa que estaban acariciándola. Animados con este prodigio, fuer,an la puerta, apodé– ranse del féretro, y volviendo por entre lla– mas, van a colocarlo en lugar seguro. Continuando el fuego su marcha irresisti– ble, amenazaba llegar al fuerte, donde estaban almacenadas todas las municiones de guerra. Cuarenta toneladas de pólvora, y para colmo
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